Lejos del ruido existe el silencio interior de quien fuera de un espacio amercantilizado por la estética puede sentirse en paz. La confabulación de los poderes parecen conspirar para que una idealizada soberania fuerze con desventaja la violencia existente del mundo que vivimos. Alejarse , abandonar, dejar atrás el vestido, la apariencia, el deseo mismo de encontrar la alternativa a lo alternativo no es una cuestión de coaching profesional, ni de autoayuda, ni de emponderamiento o resiliencia , todos ellos constructos conceptuales surgidos para apaciguar la inquietud de quienes sometidos al vaivén de esta tierra quemada y maltratada poco a poco va fagocitando sus víctimas. Los jubilados, los inmigrantes, los parados, los ancianos , los indigentes, los refugiados, los desprotegidos, los locos, los terminales, los anormales, los tontos del culo, los idiotas de Lars Von Trien. Todos estos seres sobreviven a pesar de … no existen, parásitos unos de otros, los ricos de los pobres, los jóvenes de los mayores, los trabajadores autoexplotándose, los jubilados luchando por encontrar un viaje al paraiso de Milton, eso si todo muy dentro de la era Acuario, la del new age, la de la meditación con milfulnes, el yoga, el retiro tántrico, el mécanismo inconsciente que es el refugio de una insatisfacción permanente como Cioran advertía. Nada es lo que aparenta, nada es más distante que la impermanecia de una sociedad carente de energia para salir de su ego y encontrar su naturaleza , su ser. 

Si este ser no es otra cosa que la esencia misma de lo que define lo que somos , lo que nos une a la tierra, lo que nos origina la brecha entre lo que pensamos, lo que somos, lo que hacemos se convierte en una apatia que busca catarsis colectivas que le transporten a vivir instantes presentes de forma intensa. Nada más. Eso sólo se consigue con aislamiento de todo lo que haga pensar, reflexionar, crear prespectiva entre nosotros y la realidad , para que esta se vuelva ajena sólo basta en convetir el parásito social en un individuo adoctrinado por emociones primarias, instinto reptiliano y nada más.

Sin más , nos sentamos a esperar en el divan del especialista que nos permite creer que somos únicos por que ha personalizado nuestra visita cobrando ese perfil de narcisismo que instagram proyecta.