La niñ-a era tonta . Había perdio un zapato y no lo sabía. Andaba medio descalza persiguiendo un sueño . Algo que nunca obtuvo . Tener un hijo o una hija y llamarle con el nombre que ella quisiera . Aprender a ser llamada madre , a ser querida como lo que nunca pudo tener. La niñ-a tonta del bote. Caía cada dos por tres entre adoquines de cemento levantándose la piel y rasgándose las faldas. Pero ella soñaba. Y eso la hacía libre. Su libertad no era más que la idea obsesiva que cada madrugada -a eso de las dos de la mañana- la despertaba para inquietarla y traerle recuedos de sus momentos felices . Entonces sabía que sus cuentos no eran más que refugios para seguir estando aquí, allí , donde fuera una y otra vez . Si alguien le hablaba al oido entonces ella gritaba como una poseída para que la llamaran tonta , tonta del bote , retonta , más que tonta.