Empacar el sistema de palabras que nos destruye mutuamente nos delata siempre. Por eso quien se atreve a decir mira como va eso en el fondo se convierte en un auténtico delator de conciencias ajenas. Así ese personaje sin quererlo se autoproduce a si mismo como si tratara como ese persona de Kafka en un funcionariario de la parábola de lo diciente o de lo disciente.
Así la violencia se constituye como una forma relacional de ver en los demás aquello que no veo en mi. El violento a diferencia del agresivo se propone destruir el diferente simplemente por el hecho de demostrar el poder que tiene. No es un arrebato o una pataleta es más bien una voluntad de dañar y de hacer todo el mal posible a quien no deseas por delante. En las numerosas películas que se nos han presentado la violencia parece tener una justificacion como finalidad para resolver sea injusticia, una falta, una carencia, y así se ofrece como verdadera prebenda que el espectador está dispuesto a tomar. Como si el director Bergman o Haneke planteasen el cine para evidenciar que la maldad humana siempre tiene esa capacidad de incluso justificar que hay una violencia que no esta nada mal por ser humana