
Un momento para pensar, en eso estaba. Se le cruzaban las piernas en señal de encontrarse más nerviosa que nunca por no saber que decidir. No era fácil dejar un pasado atrás. Ni tampoco lo era abandonarlo. Porque en los muchos abandonos que una realiza en la vida se dejan cosas, objetos, lugares, tiempos pero con las personas es otra cosa. No puedes dejar cercano del contenedor gris a tu abuela o meter en una bolsa de basura reciclable los restos de tu pareja para lanzarlo en el contenedor de materia orgánica. Eso no funciona así. Sin embargo sucede que dejar atrás las relaciones siempre nos producen un desasosiego inaudito . Algo que no nos alcanza del todo a conseguir que nos reparemos totalmente de este tipo de naufragios .
En eso , Helena era diferente. Tenía hasta una fecha concreta y pautada para decirse que si el destino con ella o con el no funcionaba entonces debía abandonarlos. Como si se tratase de cierto ritual de exorcismo le echaba unos meses antes de soltarlo todo tipo de excusas para ejercer sobre la persona cierta categoria de rechazo o de fealdad estética para facilitar el desembarco. Así Helena conseguía que la persona de forma fácil no le ocasionara el más mínimo daño al respecto. Empezaba por el aliento , seguía por el vestido , el decoro, los tics hasta alcanzar el cenit para poder dejarlos. Así un día decidía no volver más con ellos o ellas. Coger un avión, un tren, el coche, y no regresar. Por eso , en ese programa de abandono siempre había la perdida como una solución a su ritual de paso hacia otra persona . Era así como en su lista alfabética de nombres de personas abandonadas existían casi todas las letras. El mismo tempo , el mismo patrón. Por eso hay quienes creían que eso respondía a una patología determinada. La «abandonitis aguda». Los espamos que provocaban a ella no le afectaban en nada, al contrario se venía preparando cuando el tiempo ya era el acordado que iba a irse para siempre. Luego en ese abandono se olvidaba de todo , de incluso los rostros, los gestos, los momentos tiernos, las palabras .. De hecho se repetía a si misma que nunca debía conocer suficientemente a la otra persona para que no se encariñase del todo. Una vez lo abandonaba ya no existía más.
Así sucedía sin más esperando encontrar quien un día rompiera la regla de oro de Helena. Y así pasó . Cierto día cuando se iba a trabajar al coger el coche vio cercano en el trayecto algo que le llamó la atención. Se detuvo como curiosa que era y al acercarse descubrió que era un colgador de esos de madera. En un primer momento pensó que no le interesaba para nada , pero al girarse en busca del automóvil se lo pensó mejor. Lo cogió entre sus brazos y lo llevó hasta el maletero de su auto. Durante toda la mañana en el trabajo no dejaba de pensar en él. Se preguntaba por si le seria útil, le solucionaría algo la vida , etc ,, al llegar a casa lo subió al segundo tercer piso , puerta segunda y lo dejó en la entrada. Aquella noche no pudo dormir muy bien. Pensaba en como arreglarlo como repararlo como sentirse bien con él. Finalmente al despertarse aquella mañana de fiesta supo que había encontrado por fin la persona de su vida . Un colgado