
Miraba de no separarse del camino. En el bosque todo le daba miedo. Aceleró el paso. La noche era oscura. Piso a fondo. Tropezó. Can Jepet era lejos todavía. En la caída sus manos y rodillas le han empezado a doler. Se levanta. Silenciosa la noche le parece aterradora. Ha encendido la luz del móvil pero le queda un 5% de batería. Se ahoga. Lanzó hace rato la botella vacía de leche.Esos zapatos que lleva le hacen cojear todavía más. Huir de encinas, robles, pinos, atzavaras, llenandose de prisa por llegar. Pero se interroga ahora si no se equivoco de camino en los cruces antes. No hay casas. La luna está menguante. Está sudando pero no puede detenerse. Frente al camino le ha parecido ver una sombra. Se espanta y cierra los ojos. Ahora se ha detenido. Con el miedo en el cuerpo empieza a temblar. Siente unas manos en su espalda. Grita. Nada. Ha caído de rodillas. Abre los ojos para intentar salir de esa pesadilla. Frente a él un letrero de madera anuncia Can Jepet. Se gira, no hay nadie detrás. Corre hasta girar por el caminito que lleva a la puerta de la casa donde está pasando unos días. Los grillos le cantan y las luciérnagas parecen señalarle su destino. Coge la llave y gira con la llave la cerradura. Está fría la casa. Abre la luz…. Ufff,.. nunca más saldrá a pecar de noche.