EL SUR DE VICTOR ERICE Y ADELAIDA GARCIA MORALES .


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¿Alguien andará perdido -digo yo – con tantas idas y venidas hablando del patriarcado ? Desde hace algún tiempo en los medios y en las redes sociales se viene hablando de las nuevas leyes promovidas por el Gobierno de la Nación. Con defensores y detractores se ha abierto un debate muchas veces que llega a descontextualizarlo absolutamente todo . Eso de decir que casi todo el mundo antes del siglo XX y XXI era machista, defensor del patriarcado, amante de la sumisión de la mujer, defensor a ultranza de las leyes contra la mujer, dominador de los cuerpos de las mujeres, y un largo etecé que llega al infinito. Para ejemplificar esto que ando diciendo me referiré a ideas que ando pensando. En la película «EL SUR» del director Víctor Erice se explica la historia de Agustín con su pasado de tono republicano del que tuvo que huir – de ahí el título- para sobrevivir en la España de Franco. La película protagonizada en su mayoría por mujeres : la esposa , la amante, la criada, la hija, la madre, la hermana puede identificarse como una narración sin sesgo alguno de patriarcado. Sin embargo conviene hacer referencia a la autora de la novela Adelaida García Morales , también escritora y exmujer del director de la película , con obras como «La lógica del Vampiro» «Las mujeres de Hector» o «La tía Agueda», todas ellas con una cierta mirada llena de melancolía y añoranza que situará en el protagonismo de las mujeres la fuerza narrativa del relato. La película plantea esta relación hija padre en sus silencios llenos de dolor y ausencia. Esta filosofía permite que en la escenografía la fotografía ocupe un espacio importante . Una atmósfera irreal donde en la frontera , se encuentra un caserón grande donde se alberga la vida de padre, Josefa, Adriana , y la sirvienta . Una relación compleja y difícil precisamente por el carácter cerrado, incluso huraño de Agustín . Esta figura paterna anda perdida con su dolor de aquella tierra perdida donde abandonó su familia y huyo del padre , una figura autoritaria . En esta compañía Adriana (Estrella) con Agustín los silencios en los espacios interiores y los efectos de entreluces (los cristales, los espejos..) ofrecen esta mirada a través de una reflexión interior que obliga al espectador a pensar de que manera se da esa complicidad padre hija. En este debate inicial sobre el papel de la mujer habrían dos momentos que conducen a creer que el dominio de la figura paterna sobre el resto de las protagonistas puede hacer imaginar que es un poder patriarcal el que se está produciendo . Acompañado también de otro instante donde Adriana la adolescente de 15 años empieza a tener una relación con «el carioco» un joven que le llama por teléfono para pedirle cuentas por su no presencia en el lugar que habían quedado. Otra vez parece que se impone una lógica atemporal para imaginar que el juego de la dominación patriarcal se está produciendo. Sin embargo en este debate posible el contexto importa . ¿Qué convierte la novela o la película en una mirada patriarcal ? El tema pues estaría más bien en ese sesgo permanente que se puede producir en el diálogo como espectadores introduciendo las razones no aparentes de una hegemonía en la actualidad vigente.

«Mañana , en cuanto amanezca , iré a visitar tu tumba, papá. Me han dicho que la hierba crece salvaje entre sus grietas y que jamás lucen flores frescas sobre ella» Soledad, muerte, dolor y ausencia resulta presente desde el suicidio inicial del protagonista. La narración que recuerda este hecho convierte a este hombre en un ser cerrado en su mundo interior , amargado por un sueño que una vez tuvo en otra vida exterior . Atrapado en un amor apasionado con Gloria del Valle que dejó en el Sur y refugiado en una mujer del Norte que ha aprendido a vivir en lo cotidiano con toda normalidad. Pero en este tipo de existencia que ahora lleva parece aparecer de forma permanente una infelicidad por un pasado a modo de Arcadia perdida. Adriana su hija observa como este contraste entre dos mundos el péndulo -objeto mágico para un zahorí – encuentra todo aquello que el Sur le daba. El color está en este Sur.

¿Qué podemos amar que no sea una sombra? Höderlin

En este mundo que casi nunca pasa nada Agustín dispara contra el cielo , contra ese mundo absurdo de comuniones e iglesias , de razones y formas , de parcelas cotidianas y gestos educados. Como dice Ignacio de Castro se podría decir que es un «canto a la dignidad ética de la derrota» . La duda permanente aflora en los personajes indefinidos dentro de su existencia . Esta existencia será más producto de este dudar permanente de todo cuando decidimos que hacer, que amar, que escribir, que mirar. Estos seres atormentados andan sin ideologías a cuestas sin esperanzas . El estar escondidos en si mismos en una cárcel que lo retuvo en su día y que ahora el refugio del alcohol y el silencio le detienen. No hay comunicación posible. ¿A qué llamamos realidad ? En estos mundos interiores y exteriores donde los muros de cristal dibujan una identidad indefinida. ¿Y si lo más peligroso fuera el amor ? el veneno que nos mata en esos amores perdidos , nunca resueltos, o bien por abandono personal o bien por rupturas traumáticas no deseadas.

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