La Fiesta


drets

«El tiempo robado no es el tiempo deseado»

Aquella tarde se fueron los dos a la fiesta en Barcelona. Después de dar vueltas y más vueltas encontraron en la isla de callejuelas que se cruzaban la casa que andaban buscando. En el barrio del Raval todas las casas se parecen. En el ático lleno de jovenes que hablaban todo tipo de lenguas se hacía una barbacoa, mientras tocaban el clarinete y el acordeon. Katia y Selene entonaban a modo de letanía un cántico bello en esa noche estrellada. El humo daba todavía más un aire de circo feliniano. Numerosos jovenes se escondian metidos en calzador por todos los recodos del tejado. El lugar aunque estrecho y largo era laberintico y permitia los secretos de deseos y placeres no confesados. Quizás era yo el más mayor y con mi postura medio atemorizada parecía un pastor guardando el rebaño. La grifa empezó con su efecto y medio somnoliento me pasee por el murete que se levantaba para proteger con altura el suelo de la calle. La magia de tirititeros apareció entonces al son de la conga musical que venía cercana del taller de marionetas del maese?.. Pepe ?… La noche no tiene tiempo. Las horas no pasan. Ella, una joven de pelo largo y negro me presentó como mi novio. Alegre y abierta disfrutaba del escenario improvisado de esa tramoia. En un instante nos encontramos más de 20 personas bailando y bebiendo para ver entrar el solsticio de verano. Fue entonces que pensé por un instante que a ella un dia la perdería para siempre. Y así ha sido el tiempo me ha dado la razón.

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