
Simplemente por eso obtuvo la condición de víctima. Sin ser héroe se le otorgó el título honorífico de superviviente existencial. Frente a el hambre, la sed en el desierto consiguió salir de su pozo interior. Nadie le vio entonces y nadie quería que lo viese ahora.
Sigo aquí despreciandome de mis debilidades que me arrastran en ese arido Mesada. Aprendo mucho. Nada debe subyugar la vida. Sigo.
Los héroes no existen. Por eso su caracterización como náufrago de circunstancias era una impertinencia. Alejado de los demás sentía que ayer era inhóspito y que ahora era cruel.
Me observo con eso que me dicen. Para nada soy eso. Respiro y camino por ese tunel oscuro que me refugia. Saltar una valla no ha sido fácil pero si mi única posibilidad de seguir aqui. El monte gurugú nos sometió a una vida indigna lleno de miedo de perder todo.
Han venido unos hombres y mujeres para preguntarle su nombre. Lo ha repetido 88 veces y todavía nadie lo sabe decir bien. Se le dirigen como victima. Un genérico abstracto sin identificar.
Eso me ha vuelto visible sin quererlo y por eso me veo obligado a volver a saltar los muros que sean necesarios.