
Si no fueras el secreto que me guardastes no estaría ahora aquí. De esa muerte no deseada a la muerte no deseada acompañas mi vida . Sin pedirme nada a cambio. La prueba invisible de mi carta escondiendo los pocos saberes de ti desveló en su día esa voluntad de quererte. «La vida sexual de Catherine …» . Desconcertamos a quienes observaban las miradas de encuentros y desencuentros. Siendo fiel a mi pasado velé porosotros en silencio . Cuando no estubo entonces los mensajes de un Hermes bailaron con las palabras … sin decir nada todavía pero deseando amar tus prisas, tus viajes , tus anhelos , tus ojos, tu cuerpo , tu mente , tu ser. Casi en esos campos llenos de trigo y cebada paseandome por la vida mientras tu veraneabas en una Euskadi familiar . Y esperando un mensaje más y más . ¿Como era entonces un hombre ingenuo que busca sentirse próximo a su gran amor? Vino entonces los encuentros en el Versalles coincidiendo con tantos momentos anteriores y aproximandonos el uno al otro. Así el tren como medio nos transportaba la cercanía del sentimiento más ligero y puro para vernos un fin de semana. En mi tiempo solitario ese iniciarme en mi aspiración inalcanzable hacia tu persona me recogía entre un cielo y una tierra , un infierno y un éxtasis . Así sin creerme lo que vivía juntos en esas arias que rompían los corazones y conseguían que el amor fuera cada vez más intenso . Cada parte de tu ser como alguna prenda que quedaba al descubierto para que mi temor a perderte fuera cada vez más obsesiva y enfermiza. Encontrando en ambos una felicidad casi irreverente en hoteles donde las Artes se sometían a un dinero absurdo para ocupar un veinteavo piso con vistas al mar. Aprendiendo a que el amor se inoculara en estas vidas jovenes con pasados marcados como tu hijo o mis 13 años .