Añadir un gramo de amor a este tiempo


siendo niño me enamoré del pozo de mi jardín. Era un pozo profundo cerrado con dos puertas de hierro atadas con un candado. Pero a través de algunos agujeros se podian lanzar piedras y contar 1,2,3,4,5…11,12,13…Plof.. el eco que vivia en el fondo tocando el agua me recordaba los silencios de mis pensamientos. Las tardes sentado en la barandilla de ladrillos con tejas frias para el invierno y cálidas para el verano dejaba que el desasosiego se apoderase de mi. Mi mente parecía vagar sin rumbo alguno. La calle de los veranos era desierta como si el mundo se hubiera ido a vivir a otro lugar. El señor pozo era seguramente el refugio de mi compañia. A su alrededor unas pequeñas rositas timidamente crecían. Entonces era un niño de cabello rubio castaño delgado y soñador. Mi madre y mis hermanos nunca bajaban.. sabían que ese era mi lugar. Un espacio propio personal cerca de la puerta de entrada al lado del pozo, rodeado de la higuera y las azucenas,.. Año tras año sentía una atracción hacia ver como pasaba el tiempo y todo permanecia igual. Mirando un vacío inexistente. Crecí con el pozo hasta que un dia decidieron cerrar el pozo y así yo tuve que enterrar mi soledad y encontrar el silencio en otra parte.

Por eso siempre que paso por un pozo pienso en ese gramo de amor que encontramos en un simple rincon. del tiempo.

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