
¿Son los ojos el espejo del alma ? ¿Son quizás la forma de poder entrar en el corazón de la otra persona ? ¿O los ojos revelan la sinceridad del gesto junto a la palabra , del pensar y del sentir mismo ?
En psicologia social existen algunos estudios sobre el análisis de los rostros y en concreto de las miradas , de esos ojos que advierten de alguna manera la predisposición de quien está frente a la otra . Los análisis indican que las mentiras, o los engaños muchas veces empiezan y acaban en los ojos , en sus miradas.
Cuando miramos penetramos el corazón de la otra , nos adentramos en su yo y conectamos ambos de alguna manera. En la película «Blade Runner» de W.Scott uno de los test que determinan si estamos frente a un humano o a un replicante, un no humano se realiza con una máquina que observa los ojos. Quien recuerde la escena se dará cuenta que el sistema es muy sencillo , el policia o investigador científico realiza preguntas al sujeto supuestamente humano y le enseña imágenes para ver si se delata el mismo en esa pupila , iris y su contracción o no cuando surgen los sentimientos . De hecho otra película «EXMAXINE» que nos propone un experimento con la inteligencia artificial ocurre exactamente lo mismo. Parece que los ojos son una entrada y una salida hacia la conectividad con los demás. Recordemos tambien las dos monedas que se colocaban en los ojos en la época clásica cuando uno debía traspasar el Hades y el barquero exigia su dinero .
Sin embargo la mirada delata , detiene, niega, afirma, sostiene, violenta, y tantas cosas más porque en el fondo es una puerta de entrada como sentido , la vista , hacia las demás . Muchas veces en un auditorio el ponente esconde su mirada en los focos y en la oscuridad del público que se encuentra en la sala.
Pero , ¿Para qué mirar a los ojos de la otra persona ? Aprender a mirar es un arte, una enseñanza en el ámbito educativo para reconocer la calidez o la frialdad de la otra persona. Por eso hay que saber mirar los ojos de la otra persona a pesar que la timidez incomode, la verguenza nos tire para atrás …