
Cuando uno no tiene palabra no es capaz de sostener nada de lo que vive y experimenta. No tiene vida propia , ni identidad configurada, ni autenticidad social. Eso es un verdadero problema , si verdadero porque ser un Juan sin nadie , es como la película de Gary Cooper , un ser anónimo que finaliza su vida marcando en sus calendarios existenciales los días que todavía le quedan para el adiós a si mismo.
Vivir sin vivir, morir sin más, apenás me preocupa. Pero sin embargo no tener esa parresia filosófica que requeria en el mundo griego a cierto autogobierno de si mismo , a un coraje para enfrentarse a uno mismo con la cara descubierta y aceptar que pase lo que pase estara y sentirá la paz que tanto anhela y no consigue. En el parresiastés el compromiso requiere de la franqueza , de la dirección con lo que se dice y como se dice a pesar que le cueste a uno la vida misma . Ese camino de verdad en el fondo es el camino hacia la libertad, la verdad nos hace libres, y para encontrarse con la verdad como decía Platón se requiere de saber renunciar a esconderse en las sombras y apariencias .
Por eso hay un tiempo para hablar , para contar, para narrar historias que uno querría creerse y otros tiempos para callar, para no decir una palabra, para mirar, observar y prestar atención a lo que pasa , a lo que nos sucede . Los tiempos no son cronológicos más bien son personales , depende de donde estamos , donde nos encontramos .