Luego se vino desde su caída a visitar en cueros. Nada encima. Pero no era necesaria sorprenderse. Estaba loca. Compulsivamente devoraba una y otra vez montones de galletas casi sin respirar siquiera. Asi esperando que nadie la pillara. Escondiendose de sus 86 años y un paraiso. La maldita bañera le había dejado secuelas. No eran los moratones fisicos los que le preocupaban màs era su perder la cabeza.Todo se le escapaba de las manos y olvidaba incluso cosas tan basicas como orinar o defecar. Ya llevaba tiempo asi cuando entro en la sala desnuda. Nadie la miraba. Sus pechos caidos y sus nalgas sucias advertian de una decrepitud violenta que molestaba al mundo. Callada y muda,se puso a mirar una vez mas por la ventana.