La historia no puede perdonarlo todo. ¿Podemos perdonar a nuestros verdugos ? Una madre junto a su hijita en su regazo escondida en un chal , acompañada de su sobrina permanece aterrada frente a los hombres uniformados. Finalmente uno de ellos descubre su bebe y lo lanza contra la valla electrificada hasta que su cuerpecito queda chamuscado . La madre no supera la imagen . Como superviviente de la Shoah nada le parece que pueda hacer entender aquello que una madre no entiende . Cuando habla de su dolor ¿quien es capaz de entenderla como superviviente ? La supervivencia después del horror no puede sentir perdón alguno frente a tanto dolor. Se pregunta por como superar su situación pero este mundo actual no entiende de eso , le parece una estadística más, un estudio psicológico, un fenómeno histórico, un argumento ético , una esperanza religiosa pero nada que le explique su dolor. ¿Dónde estás Magda , dónde hijita mia ? La locura del superviviente no entiende de perdón alguno. La mirada del otro es el recuerdo de un mundo ajeno a su tragedia, a su drama , no hay posible perdón. Ese Dios de Isaias que recuerda el silencio es el que más se aproxima a la experiencia de la superviviente que implora en su locura asociada según los demás una mirada para recuperar de nuevo a su hijita . El perdón de Dios no viene de nadie .