EL GESTO


 

 

 

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Es urgente atreverse a nuevas prácticas afectivas y gestuales que disuelvan esa generalizada desconfianza urbana que nos impide intimar con una humanidad escondida.- sostiene Ignacio Castro Rey en estos tiempos de cólera, rabia, odio y rencor. Tiempos convulsos de individualidades narcisistas , de individualismos egocéntricos , de yoes dogmáticos , de populismos adocenados , de masas amorfas. 

En estos tiempos prevalece las emociones mal entendidas, las pasiones viscerales, las mentiras repetidas para convertirlas en verdades, las informaciones subjetivas, la falta de conocimiento contrastado, los hechos construidos , sesgados, descontextualizados, los medios más que los objetivos, los instrumentos sin finalidades , los valores normativizados convertidos en estandartes de banderas y consignas, de una historia que ha dejado de ser narrativa para convertirse en discursiva de voceros , de altavoces e influencers que se dedican a señalar con el dedo la luna para que tapemos todas las lunas posibles . 

La felicidad se vende como si fuera un caramelo de fresa , menta en píldoras de cursos, talleres, seminarios, retiros, donde se busca encontrarnos , dejar de buscarnos en la red, en aplicaciones de contactos, de lovers solitarios, de carteles que sponsorizan el abrazo , de likes lejanos tan lejanos como los que existe una distancia infinita entre la imagen del selfie y el otro lado de la soledad, fragilidad, incomunicación. 

Las ciudades habitadas por una vejez resistente a los calores en sus balcones minúsculos observa y ha dejado de hablar, ha dejado de sentir. La ciudad de los zombies que caminan en veranos y se sientan en los bancos de avenidas y parques , que no ve, no oye, no escucha.. Hemos perdido la capacidad del gesto , de el tu a tu , del tu , el , ella , nosotros . Por eso una cierta cirugía convierte la ciudad en un lugar no propio, hostil , insano, donde lo público está apropiado por el poder del capital , lo privado sobrevive en sus hogares esperando los desahucios y produciendo el fenómeno de la gentrificación de barrios y vecinos… El gesto no se recupera abandonado el otro, el vecino, el parado, el pobre, el inmigrante, el distinto, el lejano… la afectividad es hoy más que nunca una necesidad para encontrarse, para dejarnos de desconfiar , de hacer daño, de golpearnos los unos contra los otros, de utilizar un lenguaje manipulador que acentúa ese odio, racismo, sexismo, xenofobia, … Lo íntimo es lo único que todavía no ha sido censurado por naciones, estados, individuos, grupos, comunidades, pueblos. Lo íntimo en el gesto nos permite entender la gran cercanía que existe en la diferencia del otro y con el otro. El seminario, el taller, el retiro no debería ser un oasis para buscar lo que no está en esas horas, en esos espacios, en esos mecanismos o prácticas de capitalizar nuestros cuerpos, sentimientos, nuestras vidas sino más bien somos nosotros los que en el gesto diario nos encontramos con la mirada, el abrazo , el roce, el beso, el tacto consciente que permite estar abiertos a nosotros mismos . 

2 respuestas a “EL GESTO

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