Una de las decisiones que un cristiano debe aceptar pese a que le sea un auténtico amor incomprensible es el silencio de Dios en el huerto de Getsemaní. Jesús , el hijo de dios , sabe que su fin se le acerca que sus amigos , sus discípulos le acabaran dejando solo , absolutamente. Es duro pensar que un día uno se quedará sin nadie que esté en sus últimos momentos cuando más necesita de una simple caricia , de un cierto calor humano, de una mirada comprensiva pero todo y así Jesús decide continuar. Su destino está trazado , su gesto salvador pretende darnos una última lección. Dios está a un lado como padre en el cielo y el hombre todavía cree en un Dios milagrero, un dios que ayuda por estar a nuestro servicio, que nos permite soportar el dolor , el sufrimiento, la ira, la rabia, las pasiones, el desamor, la muerte sin embargo Jesús no advierte que eso no es ni será así puesto que Dios no está como una píldora que nos vaya a sacar el dolor de cabeza. Y aquí está la brecha, la ruptura radical entre Dios y el hombre como lo que creemos y estamos convencidos que tenemos enmedio de esta fisura existencial llamada religión . El problema pues lo encontramos en el hombre que mira de saltar ese abismo que le separa de Dios y como su hijo sólo escucha el silencio, sólo obtiene una respuesta muda, ausente. Jesús en el huerto de los Olivos está más sólo que nunca y su llanto interior le obliga a decir palabras muy duras «padre aparta este cáliz , ház que llegué cuanto antes » . Y es que Jesús sabe que Dios nos pone a prueba , para que entendamos que la fe en Dios no es una fe como un bono-regalo , como si fuera ajena a lo que hacemos y somos, ..Por eso Jesús sólo tiene la opción de librarse , entregarse plenamente sin saber cual será la respuesta definitiva de Dios y eso es precisamente lo que permite saltar esa brecha , ese acto gratuito , esa acción comprometida que no es contractual ni resulta el fruto de una esperanza sino es la innecesidad de lanzarnos a un abismo confiados que Dios al otro lado nos abrazará y nos acogerá con los brazos.
Este silencio es sin embargo hoy el resultado del mundo actual que no escucha ni quiere escuchar, que sólo habla como si se tratara de una chachará egocéntrica para darse cada uno el protagonismo que le mantiene, La incomunicación es el mayor fracaso del ser humanmo y sin diálogo, sin escucha no hay posible salto a ese vacío al que nos deberíamos confiar. Por eso el hombre ha de mirarse a los ojos para permitir encontrar en los demás el rostro de ese silencio de Getsemani , el hombre ha de adquirir la paciencia para saber escuchar al otro dejando que este se sienta cercano, el hombre ha de establecer puentes entre estos abismos que nos separan para comprender que de lo que deberíamos desprender es de los amores absorventes, dependientes, necesarios, que nos constriñen la existencia para saber amar cualquier despropósito del otro anónimo, distante, ajeno, alejado, como ese Dios del silencio en el huerto de los olivos.