Las grandes empresas necesitan capataces, pero requieren liderazgo. Un capataz no está hecho con madera de líder. Más bien, suele ser servil. Esto es, lo que le gusta es mandar… sin asumir el coste de la responsabilidad. Sencillamente, cumple órdenes. Y las órdenes, en definitiva, pretenden que las cosas no se salgan de madre. La orden por el orden. Una vez la corporación ha adquirido la suficiente complejidad, inevitablemente se aleja de sus motivos iniciales —sus ideales— para convertirse en un organismo que vive para sí mismo. Dado lo complejo del asunto, de lo que se trata es de seguir en pie. Para resolver su contradicción, las grandes empresas suelen inscribir a sus capataces en cursillos de liderazgo. Pero el hábito nunca hizo al monje. De ahí que a los capataces se les note que dan las gracias, si es que las dan, porque así se lo dijeron en…
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