La relación que se establece entre meditar y pensar es proporcional a una distancia radicalmente alejada una de otra. Meditar es curar , pensar es enfermar.

El momento que vivimos refuerza un cerebro egónico que se instala en la publicidad del yo social como yo individual. Eso significa que de un cerebro pre lógico y límbico  o reptiliano hemos pasado a un acentuación del yo como elemento que identifica la conciencia de nuestro yo personal , idéntico y intransferible. Sin embargo este yo se convierte rápidamente en un esclavo de nuestro ser , este le somete a sus juicios y  verdades como si se tratara de valores absolutos.

La pérdida del yo nos debería conducir a la mística del nosotros , del ellos, del vosotros … a una idea de lo común alejada de las individualidades de los humanos .

La mística del ser pués nos aleja de un cuerpo distinto del nuestro, a un ser que se confia en las cosas que se encuentra y las comparte consigo mismo como si formasen parte de si mismo.

La necesidad de vivir la mística hoy es algo que nos sitúa en la contemplación del ser y en la desintificación del ego y del individuo como ocupador de espacios privados . El nuevo tiempo nos reviste de espiritualidad y encuentro con la luz que alejada de una prisa por acabar con todo nos atraviesa en el vació de la metidación como instrumento para practicar el encuentro con el ser mismo de lo que coincidimos todos .