Tiene usted razón en afirmar que cuando nos vamos despidiendo de eso que nos dicen que se llama la vida nos acercamos a un final y entonces es como un ajuste de cuentas con uno mismo por lo que ha sido y lo que ha hecho.. Se trata de ponerse en orden con uno mismo y eso parece decisivo para decirse , me ha gustado lo que he vivido o no me ha gustado lo que sido, vivido, …
Sin embargo vivir enfrentándose a eso , como si se tratara de una elección con uno mismo es dificil por esa irrupción permanente de un tiempo que corre y que recuerda tu temporalidad mundana . Enfrentarse a esa decisión , a esa duda existencial nos obliga a recordarnos lo que hemos hecho de nosotros mismos…
Puede que alla quien decida olvidarse de si mismo , dejar de pensar sobre lo que le ha definido , como dejarse llevar por aquello que ni él ni Dios todavía saben de lo que le espera… No hay más esperanza que olvidarse uno de lo que uno es y lo define..
un abrazo
Podemos dar por descontado que solo a las puertas de la muerte llegaremos a distinguir realmente entre lo que importa y lo que no. Ahora bien, supongamos que se hiciera una encuesta a quienes se les ha dado unos meses de vida, y la mayoría dijera que para ellos todo sigue igual: que tampoco se ven capaces de distinguir, más allá de lo emocional, entre un día con los amigos y una jornada en la oficina. ¿Qué deberíamos concluir? ¿Qué no es cierto que la muerte nos permita distinguir entre lo que importa y lo que no? Sin duda, es posible que, de hecho, haya quienes no lleguen a distinguirlo, llegado el momento. Incluso es concebible, aunque cueste de creerlo, que esta incapacidad afecte a la mayoría. No obstante, lo cierto es que, frente a la proximidad del final, deberíamos poder distinguir entre lo que importa y lo que no…
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