Claro Job suena a profeta justo que todavía engreído se encuentra en creer que está en posesión de la fe en su Yahveh. Sin embargo , su desesperanza está en darse cuenta que no alcanza del todo a Dios porque no se encuentra en esos llamados justos. El sufrimiento es la prueba de que Dios existe, de que hay posibilidad de vivir con sentido el dolor y la enfermedad. Pero eso no es producto de una razón humana que no comprende la experiencia del dolor propio y ajeno , sólo Job encuentra a través de la mirada del enfermo y del que padece a ese Dios que se le escapa , a ese Dios que no es problema sino es sintoma de lo que le sucede , se creía Justo cuando en el fondo no es más que un hombre que busca a Dios en plena luz del día con una linterna encendida… ¿Dónde está que no lo veo? El dolor , el mal, la enfermedad se convierten en una pregunta que cuestiona a Dios mismo entonces existe la posibilidad de empezar a decir estoy cercano a Dios porque no le veo.
El problema que plantea el libro de Job quizá no sea propiamente el problema de la teodicea. Para el Antiguo Testamento, nada ocurre «sin Dios». Lo que encontramos en Amós —»¿sucede alguna desgracia en la ciudad que no la mande Yavhé?» (Am 3,6)— o en el libro de las Lamentaciones —»¿quién podrá decir que el mal y el bien no salen de la boca del Altísimo?» (Lam 3, 37-38)— atraviesa el conjunto de la Biblia hebrea. El problema que plantea el libro de Job no es, por tanto, el problema del sufrimiento, sino el del sufrimiento del justo. Si Dios bendice a quienes le son fieles, ¿cómo es posible que Job caiga en la desgracia? Ante el exceso del Mal, la respuesta profética —el sufrimiento es debido a la infidelidad de Israel— no resulta convincente. Sin embargo, la autoridad del profeta es, bíblicamente, incuestionable. Por eso el Antiguo Testamento, al…
Ver la entrada original 159 palabras más