Inacabado …..


Cuando salió de casa iba despistado. A él no le preocupaba el mundo pero si en cambio la vida. De pequeño había tenido la rara habilidad de desaparecer de los espacios donde la gente se concentraba masivamente. Su caminar rápido permitía que en pocos minutos se encontrase en los confines de la vida. Porque eso sí, su interés por respirar aquella brisa que el mar le arrojaba las mañanas en su paseo habitual le despertaba su conciencia. Sólo así frente a ese aire frio y cortante se sentía vivo. Con el tiempo aquello se había convertido en una obsesión : atrapar con sus sentidos su propia realidad existencial, su yo, su ser.
No todas las mañanas eran iguales aunque a la mayoría les pareciesen así , ni todos los atardeceres provocaban a la gente melancolía y nostalgía. El sentía en sus manos la fuerza de algo interior que le obligaba a tocar, palpar, recorrer con sus largos dedos de pianista cada zona de la pared , cada corteza de árbol, cada farola de hierro helado, ….. Así se experimentaba consigo mismo como diferente. Aquel día el comentario que en su trotar habitual recogió al vuelo en un primer momento no pareció intranquilizarlo. «Lo siento, hicimos lo que pudimos. Esta muerto, no hay nada que hacer»….

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